El tabú social de la adicción a las drogas

Por desgracia, hoy en día mucha gente sigue infravalorando las terapias contra las adicciones a sustancias y, por extensión, las clínicas de rehabilitación de drogas. El motivo es simple: el estigma. Los adictos y las adictas siguen siendo percibidos por la sociedad como personas que en realidad pueden elegir, que si quisieran, podrían dejar las drogas o no consumir tabaco o alcohol, y que, en todos los sentidos, son personas egoístas si escogen la opción de no hacerlo.

Pero, la adicción es un trastorno, con todas las letras, y además se caracteriza por la comorbilidad. En psicología, y en general, en el ámbito médico, entendemos que un trastorno o una patología tiene comorbilidad cuando aparece junto a otro, o a consecuencia de ese otro. Así, un trastorno de adicción cualquiera, sea el alcohol, la cocaína, la heroína, o drogas consideradas más blandas, puede tener su origen en un trastorno de depresión mayor, en un trastorno de personalidad, o en un trastorno de ansiedad. De hecho, es raro que esa no sea la causa.

Si nos centramos en las drogas socialmente aceptadas y comercializadas, tras la adicción al tabaco de muchas personas, nos encontramos con personas que, a lo mejor, empezaron a fumar para evitar procesos de autolesión. De igual modo, si la depresión o la ansiedad genera el prototipo conductual del adicto, en realidad, cualquier cosa, y no solo las sustancias antes mencionadas, puede convertirse en una adicción. Por eso, hoy en día existe la adicción a las redes sociales e incluso la adicción a los videojuegos, en realidad, una faceta más de la ludopatía.

La única manera de reducir el número de casos anuales de adicciones es ofrecer a las personas afectadas los tratamientos adecuados. Pero el entorno social debe aprender a ser más empático y más comprensivo, y sobre todo, debe informarse mejor sobre cómo se genera el enganche a cualquier tipo de droga. La desintoxicación de cocaína de un paciente de una clínica será más complicada si sus familiares y amigos juzgan y critican su comportamiento todo el tiempo. De hecho, esa incomprensión podría agravar la adicción.