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22 de Octubre de 2020 | 10:20
Empresas

Sillas salvaescaleras, accesibilidad y empatía social

Las sillas salvaescaleras empiezan a ser un aparato esencial en nuestra sociedad. Si no tenemos la necesidad constante o puntual de desplazarnos en una silla de ruedas, es posible que ni siquiera sepamos esto, que no tengamos ningún tipo de contacto con la realidad.

 

Pero todo apunta a que, en el futuro, empezaremos a ver este tipo de sillas, o variantes como las plataformas, como mínimo en todos los edificios públicos, y desde luego en buena parte de los hogares privados de dos plantas o más. Porque para el sector social con movilidad reducida, los salvaescaleras son una vía para poder hacer vida normal sin limitaciones ni una excesiva dependencia de otras personas.

 

Solemos pensar que las personas que necesitan una silla de ruedas han sufrido algún tipo de accidente y acabarán curándose, y que por lo tanto no es tan imprescindible adaptar toda la arquitectura local a su movilidad. Pero este pensamiento, además de erróneo, es injusto y poco respetuoso. Porque la movilidad reducida puede ser crónica, ya sea debido a un accidente irreversible o a algún tipo de característica genética de nacimiento.

 

Además, muchas personas mayores, cuando llegan a una edad muy avanzada, necesitan la silla de ruedas debido a que sus piernas ya no responden igual o sufren dolencias concretas. Esto significa que la instalación de estas sillas, así como la investigación a fondo de los precios de salvaescaleras, es una cuestión de empatía social. Nosotros, está bien, puede que no vivamos esa realidad, pero eso no significa que no podamos vivirla potencialmente. 

 

Aun así, nuestra principal motivación a la hora de apoyar la instalación de las sillas mecánicas no debería ser nuestro propio ego o nuestro hipotético empeoramiento de la movilidad, sino, como hemos dicho, la empatía hacia otras personas.

 

Es importante concebir que vivir en comunidad supone hacer todo lo posible para que gente con situaciones vitales más difíciles que la nuestra pueda sentirse, como nosotros a diario, libres e independientes. Al final es ese sentimiento el que conlleva la mejora de una sociedad y también su evolución; y sí, la accesibilidad siempre es evolución.